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29 de septiembre de 2011

LA MUERTE DE PINOCHET Perut-Osnovikoff 2011



Por Susana Díaz

La dupla de documentalistas compuesta por Bettina Perut e Iván Osnovikoff son parte importante de la historia contemporánea del cine chileno; con seis producciones, dos de ellas fundamentales, a saber, “Un Hombre Aparte” (2002), y “Noticias” (2009). La pareja ha logrado reformular el cine documental chileno contemporáneo, por ende, no han estado exentos de polémicas, pues su trazado cinematográfico ha configurado nuevas éticas al enfrentarse al cine de la realidad, innovaciones estéticas fílmicas en el devenir en que se confrontan al lenguaje. La propuesta de Perut-Osnovikoff se apropia del formato de video en pos de una cinematización y propone un mirada cínica, mordaz de la actualidad de la que da cuenta.

Perut–Osnovikoff operan desde la insolencia, con espíritu transgresor crean un cine sin concesiones al espectador y fuerte experimentación formal, transitan por varios tratamientos documentales sin encasillarse, dan cuenta de un género en búsqueda constante, una obra en movimiento.

El dispositivo narrativo de “La muerte de Pinochet” tiene su ontología en la observación de un momento histórico y clave en proceso político de Chile: la muerte del dictador y su funeral en un país dividido por las heridas del pasado más reciente. Perut-Osnovikoff registran manifestaciones a favor y en contra de Pinochet, movimientos ciudadanos que se toman las calles de Santiago. La cámara pone los acentos en personajes que están a favor del general y que sufren su muerte. El repertorio de imágenes ejerce una atracción pues registra los delirios, la expresividad más genuina de los afectados; es en este trance cuando comienza a destacar el uso del primer plano de mujeres y hombres de diversas edades que gritan enloquecidos y suplican por la salvación del general Pinochet; el close-up da cuenta de rostros desencajados, muecas deformes, detalles faciales; en suma, la pureza de la monstruosidad de la gente, se manifiesta visualmente la enajenación.

Paralelamente se inserta otro dispositivo propio del cine documental: el seguimiento de cuatro personajes que se encontraban en las calles manifestándose a favor y en contra de Pinochet; es un cuarteto compuesto por individuos adultos con un aura de decadencia, enloquecidos. Dos de ellos de posiciones políticas de derecha -una mujer dueña de un carrito de flores sin patente situado en la Plaza de Armas- donado por Lucía Hiriart, esposa de Pinochet, el cual ha perdido (al parecer) por el cambio de gobierno; ella se victimiza y suplica a Dios y al cuerpo del dictador que se lo regresen. Por consiguiente, el presidente de la Fundación 11 de Septiembre, admirador absoluto del general, quien sufre la muerte de su ídolo. Se añade el Viejo Pascuero, un ex conscripto que es capturado en una de las escenas más conmovedoras por su realismo, pues el hombre aparece chupando limón en medio de una protesta y como telón de fondo dos guanacos carros lanzaguas que reprimen a los manifestantes. Finalmente, el borrachín cuidador de autos, quien da la nota divertida con sus opiniones frente al acontecimiento.


Taxonomía de la mirada


El montaje del filme es ágil, fluye rápido y potencia la calidad de las logradas secuencias, su contraposición estriba entre la observación de los fanáticos de Pinochet, los opositores al dictador y el seguimiento de los cuatro personajes que constituyen la linea argumental. Los encuadres y los primerísimo primeros planos a la dentadura de los personajes le otorga al film una cruenta vivacidad que raya en lo obsceno, pues por ejemplo, centrar el lente en la dentadura de un lustrabotas que posee dos piezas dentales podridas, crea sensaciones de rechazo.

“La Muerte de Pinochet” es una exploración hacia la alienación gatillada por un hecho histórico en una ciudad estremecida. Son pulsiones enloquecidas ante el desfallecimiento de la memoria que se expresan en la fuerza del lenguaje de sus realizadores. Trata, por tanto, de un lenguaje visual que renueva la perspectiva crítica y que marca precedentes en el tratamiento documental, género por cierto, al alza en Chile.

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